Dedicamos el artículo de hoy a la dislalia, que es como se conoce a la dificultad para producir sonidos de forma adecuada, siendo además uno de los trastornos del lenguaje más comunes en la infancia.
Sin duda el lenguaje es nuestra principal herramienta de relación, no solo con las personas que nos rodean sino también con nuestro entorno. Es por ello por lo que cualquier dificultad en la elaboración de ese lenguaje puede llegar a limitarnos, en mayor o menor medida, esa relación.
El aprendizaje y manejo del lenguaje se hace a lo largo de la infancia y es en esta etapa donde pueden surgir algunos problemas relacionados con su componente fonético, semántico o pragmático.
Hay que aclarar que el manual de diagnóstico, DSM en su última actualización, DSM-V, abandona el término dislalia y lo sustituye por Trastorno de los Sonidos del Habla. Hecha esta aclaración y sabiendo que el término actual es el anteriormente mencionado, en este artículo seguiremos hablando de Dislalia y de Trastorno de los Sonidos del Habla como sinónimos, volviendo a incidir en que esta última sería la terminología a utilizar.
Cuando hablamos de Dislalia nos referimos a una dificultad para producir sonidos de forma adecuada. Esta dificultad puede estar asociada a algunos fonemas concretos o a grupos de fonemas.
Normalmente suele tener su origen en un mal uso de los órganos articulatorios por lo que la articulación no se realiza de forma correcta y por tanto la pronunciación de determinados sonidos tampoco es la adecuada.
La Dislalia constituye uno de los trastornos del lenguaje más comunes en la infancia y cuya identificación se hace de una forma más sencilla. Suele darse entre los 3 y los 5 años, periodo crítico en la adquisición del lenguaje.
Dependiendo de la concepción teórica, las clasificaciones pueden variar y ser clasificadas por su causa o por también según la dificultad específica en la articulación de sonidos.
Si utilizamos como criterio de clasificación las dificultades en la articulación tenemos que hacer mención al trabajo de Peña-Casanova en 2014. Estos investigadores establecen la siguiente diferenciación en función de los errores de pronunciación en los sonidos del alfabeto:
Dislalias clasificadas en función de la capacidad de articulación de fonemas:
Al hablar de las causas de la Dislalia, y como puede intuirse a raíz del apartado anterior, podemos decir que este trastorno tiene un curso y un desarrollo multicausal. Son distintos elementos los que confluyen para provocar las consecuencias propias de la Dislalia, entre esas causas podemos citar: causas físicas o también incluso psicosociales.
La Dislalia es un trastorno del lenguaje que se puede identificar de una forma relativamente sencilla. No olvidemos que estamos hablando de una pronunciación de determinados fonemas de forma errónea por lo que su aparición puede detectarse a través de una mera observación.
Una vez que se detecta la posible existencia de un problema, evidentemente habría que realizar una evaluación más exhaustiva, con el fin de confirmar la existencia de dicho problema, así como las causas del mismo y las posibles repercusiones que este pueda tener.
Para esa evaluación en profundidad pueden utilizarse pruebas como la de Glatzel, que valora la permeabilidad nasal y la fonoarticulación. La Prueba de Rosenthal, por su parte, considera el modo respiratorio.
Estas pruebas específicas también deben combinarse con otras de carácter cualitativo y, como para la detección, con la observación no solo de la expresión sino también de la recepción del habla.
Evidentemente el proceso no acabaría en la evaluación ya que el fin de esta es determinar las causas, las áreas afectadas y la repercusión que este trastorno tendrá en el individuo y con esa información establecer una intervención personalizada para, en la medida de lo posible, solucionar esos déficits creados.
Normalmente la intervención que reciben las personas que presentan Dislalia es de carácter logopédico. En dicha intervención se trabajan, por ejemplo, lo músculos que intervienen en la articulación. Estos ejercicios incluyen también la activación de los aparatos oral y nasal.
Podemos dividir la intervención en dos:
Su principal objetivo es trabajar la maduración de los órganos fonatorios. En este tipo de intervención se realizan ejercicios como:
Este tipo de intervención busca la articulación del fonema que no se pronuncia adecuadamente y su posterior generalización en el lenguaje espontaneo del individuo. Conviene tener en cuenta ciertos factores:
Al ser la Dislalia un trastorno con una mayor frecuencia en niños, consideramos importante incluir también las repercusiones psicológicas, emocionales e incluso conductuales que puede experimentar un niño o niña que presente esta problemática.
Este tipo de trastornos, en un porcentaje elevado, pueden provocar en los niños inseguridad, tensión e incluso ansiedad. Estos factores pueden dificultar aspectos tan relevantes como la relación social con los iguales o el autocontrol.
También es frecuente la aparición de una conducta de sobreprotección por parte de los padres, cuyas repercusiones en el niño los hacen más sensible hacia su dificultad, así como también genera una mayor dependencia de este hacia sus padres.
Cuando el niño comienza a hacerse consciente de su problema tiende a intentar hablar lo menos posible por miedo a la burla. Esto hace que se inhiban de las relaciones sociales y las dificulta sobremanera.
Es importante no perder de vista los factores personales y también del entorno en el que el niño se desenvuelve, ya que, estos tienen una especial relevancia no solo en la aparición de la dislalia sino también en su mantenimiento.
A su vez teniendo en cuenta estos factores a los que anteriormente hacíamos referencia podemos favorecer que el niño sea capaz de superar su trastorno de una manera más natural y con menos dificultades.
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