La enfermedad de Huntington es una afectación de tipo neurológico de carácter crónico y degenerativo.
“Una reliquia de las generaciones anteriores en el pasado oscuro” así es cómo el médico norteamericano, George Huntington definía en 1872 la enfermedad que posteriormente llevaría su nombre, la enfermedad de Huntington.
Esta enfermedad también es conocida como corea de Huntington. El término corea proviene del griego y su significado es danza. Este nombre hace mención a que las personas que padecen esta dolencia se retuercen, contorsionan y giran como si constantemente estuvieran realizando una danza que no pueden controlar.
Popularmente, en la Edad Media, se conocía a esta dolencia como baile de San Vito. Como ya hemos explicado, los movimientos involuntarios se comparaban con un baile. Por este motivo, para intentar curar a aquellas personas que padecían estos síntomas se invocaba a San Vito, patrón de los bailarines, ya que al parecer este mártir había padecido también esos movimientos tras una tortura.
Posteriormente aparecerían otros términos para denominar este trastorno, como “corea hereditaria” o “corea progresiva crónica”. Ambas denominaciones hacen referencia a dos aspectos característicos de la enfermedad, la primera es la transmisión de padres a hijos y la segunda el carácter degenerativo.
En la actualidad, el nombre de enfermedad de Huntington es el que los profesionales utilizan para referirse a esta afectación y por tanto será este término el que utilizaremos en adelante en este artículo para referirnos a ella.
La enfermedad de Huntington es una afectación de tipo neurológico de carácter crónico y degenerativo. Hablamos de una enfermedad con poca incidencia que en Europa afecta a 1 de cada 10.000 habitantes. En España, en concreto, las cifras superan las 4.000 personas que padecen la enfermedad y más de 15.000 que presentan el riesgo de desarrollarla, ya que genéticamente están predispuestos a ello.
Otra característica importante de este trastorno es su condición de hereditario. Además, esta condición no hace diferenciación de género o de etnia en la aparición de esta enfermedad.
Esta enfermedad está provocada por una degeneración de las neuronas ubicadas en partes localizadas del cerebro. Esa degeneración provoca movimientos incontrolables e involuntarios, deterioro cognitivo y alteraciones de tipo emocional.
De forma específica la zona afectada la podemos ubicar en los ganglios basales, estos núcleos cerebrales son los encargados de diversas funciones entre las que se encuentra la coordinación motora. Dentro de los ganglios este deterioro neuronal puede verse en núcleos concretos como el caudado y el pálido; también en la corteza que gestiona el pensamiento, la memoria y la percepción.
Esta degeneración en las neuronas a la que hacemos referencia viene determinada por una mutación que se produce en el cromosoma número 4. Este es de tipo autosómico, lo cual quiere decir que es un cromosoma que no está ligado con el sexo y por tanto hombres y mujeres tienen las mismas probabilidades de desarrollar esta enfermedad.
La enfermedad de Huntington es un trastorno dominante autosómico, lo cual implica que solo será necesario que uno de los genes heredados de los progenitores sea defectuoso. Ese defecto se produce por una repetición excesiva de una combinación específica de bases de ADN, esta combinación en concreto es CAG (Citosina, Adenina y Guanina).
Cada persona cuenta con un par de cromosomas, uno del padre y otro de la madre. Cada uno de nosotros heredamos un cromosoma de cada progenitor. Teniendo en cuenta este factor y considerando que solo uno de los progenitores sea portador del gen defectuoso, entonces su descendencia tendría un 50% de posibilidades de heredar dicho gen. Una persona que presente esta mutación genética tiene un porcentaje altísimo de desarrollar la enfermedad.
Existe también un número muy reducido de casos en los que la enfermedad de Huntington aparece sin la existencia de antecedentes familiares. En estos casos se especula con la posibilidad de que exista una mutación espontánea en el gen 4 que se produce durante el desarrollo del esperma y que implica la repetición de las bases de ADN Citosina, Adenina, Guanina.
Los primeros signos de esta enfermedad suelen ser muy leves y pueden manifestarse como ligeros cambios en la personalidad del individuo. También pueden aparecer dificultades en la memoria, torpeza y movimientos involuntarios de los dedos de las manos y los pies. Resulta ser frecuente en las primeras fases que los pacientes no den importancia a estos síntomas por lo que suele pasar bastante tiempo hasta que se produce el diagnóstico. El inicio de la enfermedad de Huntington se produce de forma muy progresiva.
Dentro de las principales manifestaciones sintomatológicas de este trastorno podemos hablar de alteración motora, cognitiva y de la personalidad. Existe también un alto nivel de variabilidad en los síntomas entre los distintos casos, pudiéndose encontrar diferencias en amplitud, comienzo, severidad o velocidad de progresión.
La corea constituye una de las primeras manifestaciones de tipo motor de esta enfermedad. En estas primeras fases, estos movimientos no aparecen frecuentemente y su amplitud es reducida. También puede apreciarse lentitud para el inicio de movimientos voluntarios ( se conoce como bradicinesia).
A medida que la enfermedad va avanzando, los síntomas se van haciendo cada vez más presentes en el paciente. En fases intermedias del progreso de este trastorno se pueden observar:
En este apartado los síntomas más frecuentes que podemos encontrar en los pacientes con enfermedad de Huntington son los siguientes:
Se produce una degeneración progresiva de las capacidades cognitivas del paciente. Entre las afectaciones de este tipo presentes en estos pacientes podemos citar:
Según el doctor Ira Shoulson, investigador de la URMC (University of Rochester Medical Center) de Nueva York, la progresión de la enfermedad de Huntington se puede dividir en 5 fases diferenciadas:
En función de la edad de aparición de la enfermedad de Huntington podemos diferenciar dos tipos, una de comienzo precoz y otra cuya aparición es más tardía.
En líneas generales a un diagnóstico de enfermedad de Huntington se llega por medio de una entrevista clínica personal, una exploración física, la revisión de la historia clínica personal y los antecedentes familiares y exámenes neurológicos y psiquiátricos.
Durante este proceso de diagnóstico el neurólogo realizará pruebas con el fin de evaluar el estado del paciente en determinadas áreas concretas:
En este tipo de pruebas se busca determinar la capacidad de desempeño del paciente en áreas como la memoria, el razonamiento, la agilidad mental, el lenguaje y el razonamiento espacial.
El profesional valorará aspectos que pueden tener influencia sobre el diagnóstico, entre ellos podemos encontrar: el estado emocional, las pautas de comportamiento, la capacidad de juicio, las capacidades de afrontamiento ente situaciones adversas, posibles signos de trastornos del pensamiento o existencia de consumo de sustancias.
Por medio de las técnicas de neuroimagen se pueden realizar evaluaciones tanto de las estructural cerebrales como de su actividad. Entre las técnicas más utilizadas podemos citar la resonancia magnética o la tomografía computarizada.
Las imágenes resultantes del uso de estas pruebas son capaces de mostrar cambios de tipo estructural en algunas zonas concretas de cerebro que están presentes en la enfermedad de Huntington. Además, estos métodos también pueden ser utilizados para realizar diagnósticos diferenciales y poder descartar otras posibles causas de los síntomas mostrados.
Si se confirma por medio del resto de pruebas el diagnóstico de enfermedad de Huntington se puede realizar un análisis genético. A través de este, se puede determinar con exactitud cuál es el gen defectuoso. La realización de esta prueba nos va a permitir corroborar el diagnóstico de Huntington si no existen antecedentes familiares, aunque también es cierto que no nos ayudará en el momento de plantear el tratamiento.
Existe la posibilidad de realizar un examen predictivo a una persona que tenga antecedentes familiares de la enfermedad de Huntington pero que aún no haya presentado síntomas de ningún tipo. El fin es determinar si esta es portadora o no del gen defectuoso que provoca esta enfermedad.
Actualmente, por desgracia, no existe ningún fármaco cuya acción haya mostrado un alto porcentaje de eficacia en el tratamiento de los síntomas que se derivan de la enfermedad de Huntington. Aun así, los estudios realizados a este respecto han conseguido hacer importantes avances que pueden interpretarse como esperanzadores.
Aunque es cierto que aún no es posible curar la enfermedad de Huntington sí que existen tratamientos sintomáticos, es decir, intervenciones que permiten actuar sobre los síntomas, controlarlos y por ende mejorar la calidad de vida del paciente. Este tipo de tratamientos podemos dividirlos en dos tipos:
Una vez hecha esta categorización, conviene aclarar que lo ideal es que el tratamiento combine ambos tipos y que, en la medida de lo posible, se ajusté a las necesidades del paciente. Es necesario no solo tener en cuenta los síntomas del paciente sino también los posibles efectos secundarios que puedan tener los fármacos prescritos.
En líneas generales, fármacos como los antipsicóticos parecen haberse mostrado eficaces con los síntomas motores, como la corea o las hipercinesias. Así mismo también se utilizan antidepresivos para la depresión, ansiolíticos para la ansiedad y somníferos cuando aparecen problemas de sueño.
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