Dentro de nuestro vocabulario la palabra memoria aparece con cierta asiduidad y más o menos podemos dar una definición de ella que compartiría la mayoría de las personas a las que preguntáramos, pero ¿Sabemos realmente cómo funciona o qué tipos hay? En este artículo intentaremos clarificar todos estos temas.
La memoria es algo más complejo que un simple proceso mental. A grandes rasgos se podría decir que se encarga de la codificación, almacenamiento y recuperación de la información.
Dicho de otra manera, la memoria nos permite recordar acontecimientos, ideas, relaciones entre conceptos, sensaciones y en definitiva todos los estímulos que en algún momento hemos experimentado.
Hablamos de un proceso mental que es clave para el aprendizaje y por tanto vital para la adaptación del ser humano. La capacidad de aprender y de recordar lo aprendido nos hace entre otras cosas poder tener una mayor adaptación social.
A nivel anatómico podemos relacionar la memoria con el hipocampo, pero lo cierto es que son muchas las áreas cerebrales implicadas en un proceso tan complejo como este. Podemos citar el córtex temporal que almacena los recuerdos de la infancia, el hemisferio derecho que guarda el significado de las palabras, los lóbulos frontales que organizan la percepción y el pensamiento e incluso muchos de nuestros procesos automáticos que se encuentran ubicados en el cerebelo.
Una vez explicada de una forma breve y antes de comentar un poco el funcionamiento de este proceso conviene explicar que hay distintos tipos de memoria que clasificaremos en función de la teoría multialmacén de Atkinson y Shiffrin, la cual desarrollaremos un poco más adelante:
Podemos establecer tres pasos en el funcionamiento de la memoria los cuales iremos desgranando en función de la teoría multialmacén a la que antes hemos hecho referencia anteriormente:
La información que perciben los órganos sensoriales es almacenada durante un corto periodo de tiempo en la memoria sensorial. Juega un papel vital en este proceso la atención ya que es de carácter selectivo y limitado.
Estamos rodeados de miles de estímulos, pero solo procesamos y transferimos aquellos en los que fijamos nuestra atención. Tenemos una capacidad de percepción limitada y por eso solo las informaciones que llegan a la memoria y acaban considerándose relevantes son procesadas.
El hecho de que esas informaciones hayan pasado por un proceso de procesamiento implica que tienen significado para nosotros en función de la información con la que ya contamos almacenada en nuestra memoria.
De la memoria sensorial, la información que se ha considerado lo suficientemente relevante pasa a la memoria a la memoria de trabajo. Una vez allí la nueva información se almacena temporalmente y se combina con la información ya existente en la memoria a largo plazo.
Los contenidos y el tiempo que estos pueden almacenarse en la memoria de trabajo son limitados por lo que es necesario optimizar recursos. Por ese motivo se limita la información activa en ese momento concreto, limitación que la automatización de algunas acciones nos ayuda a mantener.
Para que la información se mantenga el mayor tiempo posible en la memoria de trabajo sería necesario recurrir a algunas técnicas como puede ser el repaso. Cuanto más se repita una información más probabilidades hay que pase de la memoria a corto plazo a la memoria a largo plazo.
Es en la memoria a largo plazo donde se produce el almacenamiento permanente de la información cuya capacidad se considera ilimitada. La información se encuentra organizada en imágenes, redes semánticas o esquemas.
Esta nueva información se integra de forma coherente con la que ya tenemos almacenada en nuestra memoria. Cuando esto se produce tiene lugar la compresión lo que hace que sea más fácil recuperar el material que ha sido almacenado en la memoria.
Resulta más fácil también recordar una información bien organizada. Colocar un determinado concepto dentro de una estructura concreta nos facilitará luego la recuperación de dicho concepto.
Otro factor importante en el proceso de recuperación de los conceptos almacenados es el contexto. Ya que no solo se almacena la información en sí sino también el contexto físico y emocional. Facilitando un contexto similar la recuperación de esa información determinada.
Un factor muy relacionado sobre todo con la recuperación de los recuerdos es el olvido, el cuál podremos definir como la imposibilidad de acceder a una información que se supone almacenada en la memoria.
El olvido constituye para nuestro cerebro algo similar a una limpieza de disco duro. Se eliminan todos esos datos que no se consideran relevantes y se mantienen los que son necesarios o importantes.
El olvido puede producirse por:
Hemos hablado del olvido, pero también es conveniente comentar algunos efectos o anomalías relacionadas con la memoria que son comunes y a todos nosotros nos han pasado alguna vez.
Amnesia retrógrada. Esta amnesia incapacita a la persona que la sufre para acceder a recuerdos almacenados antes de que se produjera la lesión que acabó dando como resultado la amnesia.
Amnesia Anterógrada. En este tipo de amnesia la persona afectada no es capaz de crear nuevos recuerdos de forma duradera. De esta forma las experiencias no se almacenan en la memoria a largo plazo por lo que acaban desapareciendo. Cómo ejemplo podemos citar al protagonista de la película “Memento”.
Amnesia global. Consiste en la pérdida total de la memoria. Normalmente suelen conservarse los recuerdos más relevantes relacionados con la propia identidad.
Amnesia de la niñez. Incapacidad de recordar eventos que han tenido lugar en la niñez.
Amnesia inducida por drogas. Es un tipo de amnesia producido por la administración de algún fármaco o sustancia.
Amnesia global transitoria. Permite tener recuerdos sobre tu identidad y tu pasado, pero no sobre lo hechos ocurridos hace unos minutos. Esto también sucede con algunos hechos almacenados en la memoria a largo plazo. Su duración es de 24 horas o menos.
Amnesia disociativa. Pérdida de memoria producida por un episodio altamente estresante y que no puede atribuirse a causa biológicas.
Amnesia de fuente. En este tipo de amnesia se recuerdan ciertos datos relativamente bien, pero se desconoce su procedencia.
Amnesia lacunar. Imposibilidad de recordar lo que ocurrió en un periodo de tiempo determinado sin una causa traumática que lo provoque.
Amnesia postraumática. Amnesia producida después de un golpe o un traumatismo craneoencefálico.
Fuga disociativa. La persona se encuentra en un lugar, pero no sabe como ha llegado allí.
Síndrome de Korsakoff. Generalmente aparece en personas con abuso de consumo de alcohol. No podemos considerarla como una amnesia como tal, pero es un conjunto de síntomas en el que los déficits de memoria son muy relevantes. Se combinan amnesia anterógrada y retrógrada. Además, la persona rellena sus múltiples lagunas de memoria con historias que inventa de forma involuntaria. Este hecho se conoce como confabulación.
La memoria no es innata, es aprendida, y de la misma manera es posible potenciarla, mejorarla o prevenir su declive. Al menos, siempre que el cerebro mantenga su capacidad plástica, y esto ocurre en todas las edades, incluso en las más avanzadas.
El mantenimiento o incluso la mejora de su rendimiento se puede llevar a cabo a través de distintos ejercicios o tareas que permiten el entrenamiento de este proceso cognitivo.
Repasemos algunas de estas actividades, que se pueden realizar perfectamente en casa.
Hay una gran cantidad de actividades que ayudan a mejorar o mantener el estado de nuestras funciones cognitivas. Se suelen señalar las siguientes:
Sin duda las tareas en papel o fichas de memoria son de gran utilidad en este propósito. Podríamos incluir también las tareas de tipo oral, o tareas con otro tipo de material como cubos, imágenes y otros objetos que se utilizan para la estimulación cognitiva (aunque estos casos se requiere la figura del monitor). Esto son algunos ejemplos:
También debemos señalar algunas tareas clásicas de entrenamiento cognitivo, como la Tarea de Sternberg o la de Stroop, aunque en esta última se entrena la inhibición de la interferencia semántica, más que la recuperación de información (como sí ocurre en la de Sternberg).
Una tarea de memoria de trabajo verbal es la utilizada por Borella et al. (en su trabajo “Working memory and inhibition across the adult life-span” en 2008), que consiste en escuchar listas de palabras y detectar las que corresponden a nombres de animales (categorización).
El soporte digital ha permitido grandes innovaciones en el campo del entrenamiento cognitivo, en especial cuando se trata de procesos asociados a la memoria. Hasta el punto de que ha sido ampliamente estudiado por la ciencia.
Las tareas interactivas, han sido muy importantes por ejemplo para el entrenamiento de la memoria de trabajo visoespacial. Juegos como el Simon, se basan en ella.
Básicamente, se trata de recordar una serie estímulos visoespaciales (casillas iluminadas dentro de una cuadrícula, por ejemplo) para después responder señalándolos en el mismo orden.
Otras tareas clásicas que entrenan este componente son la span complex y la n-back visoespacial:
También tareas de categorización semántica se han incluido en plataformas comerciales como STIMULUS®.
Los soportes interactivos además permiten la locución de palabras o frases o reproducción de sonidos, por lo que no sólo se trabaja con componentes visuales. Una tarea muy interesante en este sentido es la reproducción de una secuencia de sonidos emitidos por distintos instrumentos.
En cualquier caso, existe una gran cantidad de opciones y recursos para trabajar la memoria, una preocupación creciente entre los mayores que puede ser abordada desde edades tempranas, como parte de una estrategia preventiva en la que se incorporan hábitos de vida saludable.
© Copyright 2024 | Política de privacidad | Política de cookies