Las personas obesas tienen hasta tres veces más riesgo de sufrir deterioro cognitivo que las personas con peso normal
Nos encontramos en fechas navideñas, y como es habitual en nuestra tradición, celebramos estos días tan señalados con diferentes almuerzos y cenas con familia, amigos y compañeros de trabajo.
La acumulación de eventos y la ingesta de abundante comida y bebida son prácticamente una seña de identidad de estos días.
Y aunque este atracón puntual, no tiene por qué derivar en ninguna patología, no hay que menospreciar los riesgos de los trastornos alimenticios junto con otros hábitos de vida poco saludables.
Por este motivo, hoy nos acercamos a uno de los problemas de salud más comunes de nuestra sociedad: La obesidad. Y trataremos de explicar por qué nuestra salud mental también se puede ver afectada por ella.
El sobrepeso y la obesidad se definen como una acumulación anormal o excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud.
El índice de masa corporal (IMC) es un indicador simple de la relación entre el peso y la talla que se utiliza frecuentemente para identificar el sobrepeso y la obesidad en los adultos. Se calcula dividiendo el peso de una persona en kilos por el cuadrado de su talla en metros (kg/m2).
En el caso de los adultos, la OMS define el sobrepeso y la obesidad como se indica a continuación:
Este exceso de masa grasa, es una enfermedad crónica que se ha convertido en la epidemia del siglo XXI y en uno de los retos más importantes en salud pública. En España, uno de cada cinco la padece y casi un 40 % tiene sobrepeso.
La obesidad es causa directa de muchas enfermedades como hipertensión arterial, diabetes o dislipemia (altos niveles de colesterol y triglicéridos), pero, además, desde hace unos años se ha relacionado con el deterioro cognitivo: hasta tres veces más riesgo que en las personas con peso normal.
A medida que va ganando peso el tejido subcutáneo, va perdiendo la capacidad para acumular la grasa, por lo que se va hacia el abdomen, donde tiene más sitio. Pero cuando el tejido adiposo abdominal se llena también, la grasa se desplaza hacia el corazón, los músculos, el hígado, los riñones y el sistema nervioso central, y éste es el comienzo de toda una cascada de enfermedades crónicas.
Uno de los mecanismos que parece asociar deterioro cognitivo y demencia es la presencia de resistencia a la insulina en los pacientes con obesidad, especialmente cuando se localiza en el abdomen. Un estudio reciente ha mostrado que una mayor resistencia a la insulina se relaciona con niveles más altos de beta-amiloide, sustancia implicada directamente en el desarrollo de algunos tipos de demencia.
personas con obesidad pueden presentar enfermedades cardiovasculares asociadas, que influyen de manera negativa sobre el riego sanguíneo en el cerebro y, por tanto, contribuyen al deterioro cognitivo.
Luchar contra la obesidad, además de reducir los riesgos asociados, permitiría revertir algunos de los síntomas relacionados con el desempeño cognitivo.
Por ejemplo, la actividad física, además de tener efectos beneficiosos sobre los factores de riesgo cardiovascular, podría mejorar la síntesis neuronal.
Por otra parte, controlar el tamaño de las raciones, caminar al menos 30 minutos diarios, ingerir cinco raciones al día de fruta y verdura, evitar la comida precocinada y fritos y rebozados, comer despacio y no hacerlo delante del televisor o el ordenador y dormir un mínimo de siete horas son algunas de las recomendaciones al respecto.
Más del 6 % de los españoles mayores de 60 años sufre algún grado de demencia y, los hábitos de vida saludable podrían tener un efecto beneficioso sobre esta patología.
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