La psicología en el deporte es una disciplina cada vez más demandada. El manejo de las emociones es un factor determinante en cualquier modalidad deportiva. Pero el cerebro esconde más secretos que explican las claves de que un deportista sea mejor a otro, y no sólo por sus cualidades físicas.
Hoy queremos abordar las aportaciones que la neurociencia puede hacer al deporte.
Durante mucho tiempo, tanto atletas como entrenadores se centraban en la adquisición de unos patrones motores y la potenciación de los sistemas óseo-musculares y cardio-respiratorios.
Este paradigma centrado exclusivamente en el cuerpo, afortunadamente cambió y fue ganando terreno la preparación psicológica y mental.
El conocimiento del cerebro, ofrece información sobre qué ocurre cuando tratamos de reaccionar a un estímulo, cuando deseamos coordinar diferentes grupos musculares, o cómo afectan al rendimiento deportivo el miedo escénico, el estrés competitivo, la ansiedad y otras emociones como la alegría o la depresión.
De hecho, la neurociencia ya se aplica en el deporte de alta competición, para comprender la incidencia de diversos factores en el aprendizaje motor, como la fatiga, la sed, la ansiedad, el sueño o el hambre entre otros, y para comprender también la relación entre el cerebro y las posibilidades motrices de nuestro cuerpo.
Durante la práctica deportiva, las regiones más importantes son los lóbulos frontales y el cerebelo, que se encarga de mecanizar las secuencias complejas de los movimientos específicos de cada deporte, envía las señales para que se ejecuten las acciones necesarias. Esto explica que cuanto más se entrene, más fácil resultará recordar los circuitos nerviosos y las fibras musculares necesarias en cada momento.
Por otra parte la amígdala, una pequeña estructura del sistema límbico encargada de regular nuestras reacciones emocionales, juega un papel importante en el rendimiento deportivo, especialmente en momentos de elevada tensión, estrés o fatiga.
Aunque son aplicable a todos los deportes, es cierto que hay algunas modalidades donde la demanda de recursos a nivel cerebral es mayor, o donde el manejo de las emociones es fundamental.
Por ejemplo, en la alta competición, y dependiendo del título que haya en juego y del resultado, lanzar un tiro libre o un penalti, puede convertirse en un momento de máxima tensión para el jugador, donde emociones como el miedo o el estrés pueden mermar sus capacidades.
Por otra parte, el tenis es considerado un deporte donde la incidencia de las capacidades cognitivas y el manejo de las emociones es fundamental para lograr un gran rendimiento.
En este sentido, uno de los descubrimientos más importantes en la neurociencia, como son las neuronas espejo, explican muy bien cómo interviene el cerebro en el rendimiento de la práctica de este deporte.
Estas neuronas, se activan cuando realizamos una acción concreta, o cuando vemos a otra persona realizar esa misma acción. Nos permiten detectan movimientos e intenciones de las personas con las que estamos interactuando, activando o produciendo una reedición en el propio cerebro de los estados observados. Son fundamentales para la anticipación y previsión de acciones propias o del rival.
Seguro que hay muchos ejemplos, nosotros nos vamos a quedar con Rafa Nadal.
De hecho, incluso la Universidad de Columbia estudió su caso, asegurando que su éxito está estrechamente relacionado con una capacidad de reacción sobrehumana, capaz de prever los golpes de su rival casi antes de que sean ejecutados y de reaccionar casi instantáneamente a lo que percibe, lo que le permite devolver el golpe con los dos pies en el suelo en lugar de tener que hacerlo a la carrera.
La neurociencia explica de la siguiente manera esta capacidad predictiva: “Los ojos envían señales al cerebro, que reconstruye la imagen que se tiene enfrente. Una vez está creada esa nueva percepción, el cerebro elabora un plan y envía por medio de receptores nerviosos una serie de órdenes a los músculos”.
La doctora Behnia, del Instituto Mortimer B Zuckerman, es especialista en procesamiento visual. Ella explica que "Su mayor habilidad ha sido entrenarse para concentrarse en la percepción y el análisis de la bola, ver cómo se mueve lo que hay delante de él, es algo que no todo el mundo puede hacer. La visión no es una cuestión pasiva, la habilidad para filtrar lo que es importante en cada momento es lo que le hace tan increíble".
Esta característica es especialmente notable en partidos contra Roger Federer, donde demuestra que su memoria visual es enorme y es capaz de responder aún más rápido de lo común al tener más información con la que el cerebro puede tomar una decisión concreta.
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