La inteligencia fluida hace referencia a la habilidad para resolver problemas nuevos y adaptarse a situaciones desconocidas.
En el artículo de hoy, hablamos de la inteligencia fluida, como una capacidad que es posible trabajar y optimizar.
En primer lugar, debemos comenzar con un acercamiento a la inteligencia, y al modelo bajo el cual se define la inteligencia fluida (Gf).
La inteligencia es un concepto que ha sido definido desde distintos modelos y teorías, por lo que es difícil dar una única definición.
A grandes rasgos, todas ellas, aceptan que se trata de una capacidad para generar conocimiento a partir de información que recibimos del exterior junto con la información previamente adquirida.
Además se atribuye a la inteligencia, nuestra capacidad de pensamiento abstracto que permite la resolución de problemas.
Los distintos factores, así como las distintas teorías y modelos, darían para varios artículos, así que nos centraremos en el modelo que define por primera vez qué es la inteligencia fluida.
Raymond Cattell fue el primero en establecer la distinción entre inteligencia fluida (Gf) e inteligencia cristalizada (Gc).
Según él mismo, se trataba de dos factores independientes, aunque autores posteriores establecen cierta interdependencia entre ambos.
En este modelo, la inteligencia fluida (Gf) se refiere a operaciones mentales que un individuo puede usar para resolver problemas novedosos sin ningún conocimiento previo (no se pueden realizar automáticamente).
Esta capacidad, permite analizar nuevas tareas, razonarlas o identificar conceptos que permitan una extrapolación a problemas pasados para resolverla. A veces también se habla de razonamiento fluido, donde se incluyen el razonamiento inductivo y deductivo.
Por otra parte, bajo este modelo, se define a la inteligencia cristalizada (Gc) como la amplitud y profundidad de los conocimientos adquiridos. Es la aptitud que permite resolver problemas a partir de recursos previamente adquiridos, que fundamentalmente son conocimientos verbales, basados en el lenguaje y adquiridos a través de la educación y experiencias vividas.
La inteligencia fluida hace referencia a la habilidad para resolver problemas nuevos y adaptarse a situaciones desconocidas. También es un indicador muy fiable del potencial para lograr éxito académico y un gran rendimiento profesional.
Además, se considera que según el proceso madurativo, comienza a deteriorarse a partir de los 20 años:
Recientemente, hablábamos en nuestro blog de cómo la tarea N-back, mejoraba la inteligencia fluida.
Además, en uno de las revisiones sistemáticas de referencia en nuestra bibliografía (Reijnders, van Heugten y Boxtel, 2013), se encontró que los programas de entrenamiento cognitivo que trabajan distintos dominios (tanto en personas sanas como con deterioro cognitivo) mejoran la memoria, las funciones ejecutivas, la velocidad de procesamiento, la atención, la inteligencia fluida, y la autoevaluación sobre el propio desempeño cognitivo.
Esto nos permitiría afirmar que es posible mejorarla gracias al entrenamiento de determinados procesos cognitivos que forman parte del control ejecutivo, como la actualización de la memoria de trabajo, a través de programas de entrenamiento cognitivo.
De hecho, hay numerosos experimentos que demuestran la estrecha correlación entre la memoria de trabajo y la inteligencia fluida.
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