El traumatismo cranoencefálico (TCE) es la afectación del cerebro como consecuencia de la acción de una fuerza externa.
En artículos anteriores hemos hablado mucho de daños cerebrales que aparecen como consecuencia de la presencia de alguna enfermedad o trastorno, en su mayoría con un importante componente genético. En este artículo en concreto, nos vamos a centrar en otro grupo de afecciones cerebrales de tipo adquirido. Nos referimos a las consecuencias tanto físicas como cognitivas que puede generar en cualquier persona al sufrir un traumatismo craneoencefálico.
Cuando hablamos de traumatismo craneoencefálico nos estamos refiriendo a una afectación del cerebro como consecuencia de la acción de una fuerza externa. Dicha fuerza proveniente del exterior puede provocar una pérdida o disminución de la consciencia y puede tener como consecuencia la alteración de las habilidades cognitivas, físicas o emocionales de la persona.
Estos traumatismos y sus posteriores efectos pueden estar provocados por diversas causas, aunque en su mayoría viene producidos por accidentes de tráfico. Otros sucesos que pueden dar lugar a la presencia de traumatismos de tipo craneoencefálico con las lesiones deportivas, las caídas, los accidentes domésticos o laborales, las agresiones o los atropellos.
Pasamos ahora a analizar de una manera más pormenorizada las posibles causas que pueden dar lugar a los traumatismos de este tipo.
Si partimos de la definición que hemos dado antes de traumatismo craneoencefálico, hay tres aspectos clave que debemos destacar y que nos servirán para explicar de una forma más amplia cada uno de estos aspectos y las variantes que cada uno de ellos implica. Estos tres aspectos relevantes son: la existencia de una fuerza externa que tiene efecto sobre el cerebro, la aparición de una afectación cerebral que provoca dicha fuerza y la disfunción cerebral que surge como consecuencia de esa afectación.
La fuerza externa que aparece y que da lugar a un traumatismo craneoencefálico puede ejercer sus efectos sobre el cráneo de dos maneras por contacto directo o por inercia.
Las fuerzas por contacto directo suelen estar provocadas por golpes, caídas o accidentes deportivos, entre otras causas. Suelen provocar lesiones de tipo focal y entre las comunes encontramos:
Las fuerzas de tipo inercial, por su parte, suelen estar relacionadas con los accidentes de tráfico y por tanto las lesiones que estas ocasionan suelen derivan de la aparición de mecanismos de aceleración- desaceleración. Estas aceleraciones y posteriores frenadas bruscas pueden dar lugar a lesiones de tipo focal, generalmente contusiones provocadas por el golpe directo y a distancia por el contragolpe, o lesiones más difusas.
La más común es que cuando se produce algún tipo de traumatismo las lesiones que aparezcan sean de tipo mixto, es decir, que en un mismo caso aparezcan tanto lesiones focales como lesiones de tipo difuso. Esto supone un reto para el tratamiento y la intervención del facultativo médico.
Además, también existe la posibilidad de que el traumatismo sufrido hay ejercido la fuerza suficiente sobre el cráneo para llegar a romperlo y exponer al exterior el tejido cerebral. En función de que se de esta tesitura o no podemos clasificar los traumatismos en dos categorías fundamentales.
La afectación cerebral que pueden llegar a provocar las fuerzas externas que se encuentran implicadas en un traumatismo craneoencefálico pueden ser muy variadas lo cual da lugar a una amplia gama de sintomatología y una heterogeneidad manifiesta en este tipo de pacientes. En estos casos y a efectos didácticos se puede distinguir entre daño cerebral primario, daño cerebral secundario y daño cerebral terciario.
La disfunción cerebral que aparece como consecuencia de haber sufrido lesiones de tipo focal va a venir determinada por la extensión y la localización de dichas lesiones.
Por lo general, las lesiones de tipo focal se suelen agrupar en torno a los lóbulos frontales y los polos temporales. Esta ubicación es debida al choque del tejido cerebral con las estructuras óseas que forman el cráneo. Es por este motivo que los problemas que se dan con más frecuencia sean de tipo conductual o relacionados con la memoria, en concreto el almacenamiento de nueva información.
Como ocurre en otras enfermedades o trastornos que pueden afectar al Sistema Nervioso Central también es probable la aparición de apraxias, afasias, agnosias…
Si nos centramos en las lesiones de tipo difuso tenemos que decir que estas afectan de manera fundamental a la conexión entre las distintas áreas cerebrales y son las principales responsables de síntomas como los problemas de concentración y atención o la disminución de la velocidad de procesamiento cognitivo, entre otros muchos.
La primera consecuencia que suele suceder tras un traumatismo craneal es la alteración de la consciencia, el coma. La intensidad y duración de este estado es variable y va a depender de varios factores asociados al accidente en cuestión.
Para un mayor entendimiento sugerimos la clasificación en consecuencias motoras y sensoriales y consecuencias neuropsicológicas.
En este tipo de manifestaciones de los efectos de un traumatismo craneoencefálico podemos apreciar una enorme variabilidad en los síntomas conductuales y cognitivos que pueden presentarse. Las principales funciones cognitivas cuyas alteraciones son más frecuentes son las siguientes:
Aunque esas manifestaciones pueden presentarse con diferentes frecuencias en los pacientes es evidente que dificultan la capacidad de este para adquirir, almacenar y recuperar nueva información. Estas disfunciones de tipo cognitivo traen también una disminución de eficacia social y por tanto las relaciones sociales también se ven afectadas.
Si hacemos una clasificación atendiendo a la gravedad del traumatismo craneoencefálico ante el que nos encontramos podemos establecer tres categorías.
También conocido como conmoción cerebral es el tipo más frecuente. En este tipo de traumatismos no suele aparecer la pérdida de consciencia o si parece su duración es de un tiempo muy reducido después de que se haya producido el traumatismo.
Suele tener un buen pronóstico, de hecho, la mayoría de las personas que sufren este tipo de traumatismo se recuperan a los pocos días sin mayor problema. También existe un porcentaje de pacientes en los que esto no ocurre y se presentan problemas persistentes y limitantes, produciéndose entonces los que conocemos como síndrome post-conmocional.
Este síndrome incluye síntomas físicos como la fatiga, los problemas de sueño, los vértigos, mareos, problemas de atención, de concentración o de memoria, ansiedad o cambios de humor, irritabilidad, apatía o cambios en el comportamiento habitual de la persona víctima del traumatismo.
Los pacientes que sufren este tipo de traumatismos experimentan una pérdida de conocimiento superior a los 30 minutos, pero no sobrepasan el día de duración. Estos pacientes experimentan también dificultades para aprender información nueva durante un periodo que suele ser inferior a una semana.
La pérdida de conocimiento en personas que presentan un traumatismo craneoencefálico grave se prolonga por un periodo de tiempo superior a un día y el tiempo en el que experimenta dificultades para la adquisición de nueva información suele ser superior a la semana.
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