Debido al importante espacio que los videojuegos ocupan en la sociedad actual no son pocos los estudios que han intentado a lo largo de los últimos años los efectos que esta forma de entretenimiento tiene sobre las capacidades cognitivas de los jugadores. Si bien es verdad que la mayoría de estos estudios tienen que ver con los efectos sobre niños y jóvenes, cada vez son más las investigaciones que trasladan los estudios a otras poblaciones.
Lo que realmente interesa a los investigadores no es saber si una persona que juega un videojuego de forma periódica es capaz de jugar mejor sino si esa mejora se puede trasladar a otros aspectos de la vida.
En ese sentido hay una gran cantidad de estudios, sobre todo enfocados en videojuegos de acción, que han demostrado cómo el entrenamiento a través del videojuego ha llevado a mejores resultados en tareas de atención, memoria o funciones ejecutivas.
El problema de estos estudios es doble, por un lado los videojuegos de acción suelen tener un componente violento que no es del agrado de todos los jugadores y por otro lado la mayoría de los estudios se realizan sobre adultos jóvenes. Por suerte cada vez hay más estudios que tratan de abordar enfoques alternativos.
Hay un estudio muy interesante publicado en 2013 por la universidad de California en el que tras someter a un entrenamiento a través de un videojuego a adultos mayores sanos se pudieron observar mejoras sustanciales en tan sólo un mes en la habilidad de multitarea, que es una de las funciones con una mayor tasa de decrecimiento a lo largo del tiempo. Además se pudieron apreciar mejoras tanto en la atención como en la memoria de trabajo.
Este tipo de pruebas nos dan una idea de cómo los videojuegos pueden ayudar a personas de todas las edades en el desarrollo de la capacidad cognitiva, y lo que es más interesante, cómo puede hacerlo desde un enfoque lúdico, que de una manera natural mejora la adherencia al “tratamiento”.
El aprendizaje es un proceso complejo, en el que intervienen no sólo las áreas cognitivas concretas, sino las propias emociones y parece que en este ámbito los videojuegos también tienen algo que aportar.
Un estudio publicado recientemente en ScienceDaily concluía que los gamers, o jugadores habituales, tenían resultados significativamente mejores que los no jugadores en un test de aprendizaje. La autora principal del artículo comentaba además que creían que durante el juego se produce un entrenamiento de ciertas áreas del cerebro como el hipocampo, que juega un papel importante tanto en el aprendizaje como en la memoria.
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