Nuestro staff científico llevó a cabo un análisis detallado de las publicaciones científicas más relevantes al respecto realizadas hasta el momento.
Este trabajo pretendía varias cuestiones. Por una parte conocer la eficacia de las intervenciones basadas en programas (en especial si usan tareas computarizadas), en las poblaciones objetivos (personas mayores sanas, deterioro cognitivo leve y demencia en prrimeros estadios, fundamentalmente). Por otra se deseaba conocer también las características que debe reunir un programa, así como las áreas a entrenar para optimizar los resultados, y a partir de aquí realizar el diseño de nuestra plataforma. Y finalmente identificar todas aquellas tareas (tanto tareas clásicas de entrenamiento cognitivo, como tareas de carácter más innovador usadas en los programas estudiados) que habían recibido un importante respaldo empírico para incluir la correspondiente adaptación en nuestro programa.
Para el análisis se seleccionaron una serie de metanálisis y trabajos de revisión publicados a partir de 2008. Se consideraron prioritariamente aquellas revisiones sobre deterioro cognitivo leve. Además, se incluyeron dos revisiones (Kuider et al., 2012 y Papp et al, 2009) con mayores sanos.
Tras una primera búsqueda se obtuvo un listado de 110 estudios que aparecían en los trabajos anteriores. De estos finalmente accedió a 70 (se enumeran en el último punto) que se analizaron atendiendo a los siguientes aspectos:
Número de programas en función del tipo de entrenamiento. En algunos estudios pueden incluirse distintas modalidades de entrenamiento.
Los términos “estimulación cognitiva”, “entrenamiento cognitivo” y “rehabilitación cognitiva” hacen referencia a tipos de intervenciones diferentes que deben tenerse en cuenta a la hora de analizar la eficacia de la intervención cognitiva en mayores.
Recientemente Aguirre, Woods, Spector & Orrell (2013) ha realizado una revisión en la que examinan la efectividad de la estimulación cognitiva en personas con demencia, encontrando efectos beneficiosos no sólo sobre su desempeño cognitivo, sino también en medidas de autoevaluación sobre bienestar y calidad de vida.
Gran parte de los estudios de revisión sobre intervención cognitiva se han centrado en analizar la eficacia de los programas de entrenamiento cognitivo, encontrando que estos presentan una gran variabilidad en cuanto a destinatarios, tipo de entrenamiento y áreas trabajadas.
Entre los estudios con mayores saludables Papp et al. (2009) realizan una revisión de 10 artículos en la que analizan la efectividad del entrenamiento cognitivo así como su eficacia a la hora de retrasar el deterioro cognitivo producido con el paso del tiempo. Respecto a su efectividad, los resultados sugieren que el entrenamiento cognitivo produce una mejora inmediata de la ejecución en aquellas tareas relacionadas con las áreas entrenadas.
En otro estudio con adultos sanos se ha examinado la eficacia de diferentes formas de entrenamiento cognitivo. Kuider et al (2012) revisan 38 investigaciones que se organizan en tres categorías: a) tareas de entrenamiento clásicas administradas por ordenador (21 estudios), b) Software neuropsicológico (9 estudios) que incluyen programas c) Videojuegos.
Los autores concluyen en primer lugar que el entrenamiento cognitivo clásico (es decir tareas cognitivas) administrado por ordenador mejora el tiempo de reacción, la velocidad de procesamiento, la memoria de trabajo, las funciones ejecutivas, la habilidad viso-espacial y la atención. En segundo lugar, el software neuropsicológico también produce un efecto positivo. Parece que resulta más efectivo en las áreas de memoria y habilidad viso-espacial que en atención y función ejecutiva. Finalmente, practicar videojuegos también tiene un efecto positivo.
Otros estudios han examinado la eficacia de programas que trabajan distintos ámbitos cognitivos en personas tanto sanas como con deterioro cognitivo. En la revisión realizada por Reijnders, van Heugten y Boxtel (2013), se encuentra que las intervenciones realizadas mejoran la memoria, las funciones ejecutivas, la velocidad de procesamiento, la atención, la inteligencia fluida, y la autoevaluación sobre el propio desempeño cognitivo. Sin embargo, la mayoría de estos resultados parecen encontrarse en personas mayores sin deterioro, mientras que las mejoras son mucho menos evidentes en personas con deterioro cognitivo leve.
Respecto a los estudios centrados en ver los efectos de la intervención cognitiva en personas con DCL, Lí et al. (2011) han realizado una revisión de 17 estudios basados en tareas computarizadas. Los resultados en general parecen indicar que se consigue una mejora en distintas áreas de funcionamiento cognitivo, como son: memoria episódica, memoria semántica, funcionamiento ejecutivo/memoria de trabajo, habilidad viso-espacial, atención/velocidad de procesamiento. También mejora la percepción de estas personas de sus niveles de ansiedad y funcionamiento general.
Por otra parte Gates et al., (2011) evalúan la eficacia del entrenamiento con estrategias de memoria o ejercicios cognitivos en personas con Deterioro Cognitivo Leve. Encuentran que la variedad de las medidas de resultado que se emplean limita la evaluación de la eficacia, pero parecen obtenerse ventajas en medidas cognitivas y del estado de ánimo al realizar ejercicios computarizados que si se entrenan estrategias de memoria utilizando papel y lápiz. También parece obtenerse una mejora en la función cognitiva global abarcando varios dominios cognitivos con ejercicio cognitivo que entrenando estrategias de memoria. Los resultados señalan, además, que el entrenamiento cognitivo que abarca múltiples dominios cognitivos parece tener mayores beneficios que el entrenamiento en un solo dominio, y que su eficacia puede depender del tipo de población al que va dirigido. Así por ejemplo, el entrenamiento solo en estrategias de memoria parece no tener un efecto positivo sobre las funciones cognitivas en personas sanas o con deterioro cognitivo leve, aunque puede ser beneficioso para personas con demencia.
Más recientemente González et al. (2012) realizan otra revisión de 17 estudios, de los cuales, 12 se basan en métodos de intervención cognitiva tradicional y 5 en métodos de intervención basados en el empleo del ordenador. Aunque existe una amplia heterogeneidad en las características de los programas de intervención dirigidos a personas con Deterioro Cognitivo Leve, los resultados en general sugieren que ambos métodos de intervención pueden resultar de utilidad para optimizar el funcionamiento cognitivo de estas personas.
Respecto a la eficacia de los programas basados en el uso del ordenador, los resultados parecen señalar efectos positivos en diferentes funciones cognitivas: memoria de trabajo, memoria visual y espacial, así como en velocidad de procesamiento de la información. Además también presentan efectos positivos en otros ámbitos, como la percepción subjetiva de memoria y los síntomas de ansiedad y depresión.
Mientras que los estudios anteriormente señalados examinan la eficacia de las intervenciones en distintas áreas conjuntamente, otros estudios analizan la eficacia del entrenamiento específico en memoria. Stott & Spector (2011] examinan a través de 10 estudios la eficacia del entrenamiento específico en memoria para personas con Deterioro Cognitivo Leve. Los resultados proporcionan alguna evidencia de que la intervención en memoria puede facilitar el aprendizaje de nueva información relevante para estas personas y que el uso de estrategias, como el aprendizaje sin error, puede resultar útil. No hay evidencias claras de que estos resultados puedan generalizarse a tareas no entrenadas o producir mejoras en el funcionamiento diario.
Entre los estudios de revisión que examinan la rehabilitación cognitiva Correa et al., (2008) revisan los estudios científicos sobre entrenamiento en esta técnica de intervención. Recomiendan rehabilitación neuropsicológica con la estrategia de Aprendizaje Sin Error, en pacientes con quejas cognitivas, deterioro cognitivo leve y demencia pre-clínica.
Respecto a cada uno de los estudios revisados, se han categorizado los efectos obtenidos en los resultados como: inmediatos, a medio/largo plazo, de transferencia, valoración subjetiva y emocionales, valorando en cada uno de ellos si se da un efecto claro, algún o ningún efecto y si ese tipo de efecto no ha sido evaluado. Como puede observarse en las siguientes gráficas, más de un 60% de los estudios obtienen un efecto inmediato claro que no se mantiene a medio o largo plazo. Durante el periodo de seguimiento, menos de un 10% obtiene un efecto claro y en la mayoría de los estudios, un 62%, no se evalúa (véanse las figuras).
En cuanto a la transferencia a tareas no entrenadas, en la mayoría de los casos (46%) se obtiene algún efecto, siendo claro para un 29% de los estudios. Finalmente, en la inmensa mayoría los estudios no se mide la valoración subjetiva de los participantes en las mejoras obtenidas ni tampoco efectos de tipo emocional (véanse figuras).
Frente a los métodos tradicionales de entrenamiento cognitivo, en los últimos años se ha producido un auge en el uso de ordenadores como herramienta atractiva y ventajosa de presentar las actividades de optimización. Entre algunas de sus ventajas se encuentran la posibilidad de individualizar el tratamiento a las necesidades de la persona (al permitir gestionar y variar los materiales de la intervención), la posibilidad de dar retroalimentación inmediata sobre la ejecución, la utilización de estímulos que resultan atractivos y motivantes, el bajo coste de implementar este tipo de entrenamiento, la posibilidad de hacer un seguimiento a distancia.
Los programas revisados se pueden analizar en función de la población a la que van dirigidos, la variedad de habilidades cognitivas que entrenan, el tipo de tarea que incluyen, el atractivo de la interfaz y aspectos motivacionales, así como por la evidencia empírica que los apoya.
En cuanto la población a la que van dirigidos, la mayoría de los programas se pueden aplicar en la población general, en mayores, o en personas con deterioro cognitivo leve. Este resultado coincide con la literatura, que indica que el entrenamiento cognitivo es efectivo en este tipo de poblaciones, si bien lo es bastante menos en el caso de personas con demencias en un estado avanzado (Aguirre et al, 2013). En cualquier caso, esta conclusión depende del tipo de entrenamiento, ya que cuando se entrenan estrategias de memoria pueden encontrarse efectos beneficiosos incluso en personas con demencia (Gates et al, 2010).
La variedad de las habilidades cognitivas que se entrenan es también bastante amplia. Esto podría multiplicar las posibilidades de encontrar efectos beneficiosos, ya que en cualquier actividad de la vida cotidiana interviene al mismo tiempo más de una habilidad cognitiva. La investigación realizada sugiere esta misma conclusión, ya que el entrenamiento computerizado en múltiples dominios conduce a mejores resultados (Gates et al, 2010). Frente a estas ventajas, un inconveniente es que no se puede saber cuál es el proceso entrenado que realmente produce las mejores, ni en qué medida o en qué circunstancias, por lo que resulta más complicado diseñar programas que maximicen los efectos del entrenamiento.
Las áreas cognitivas que se entrenan en la mayoría de los programas incluyen la atención, la memoria de trabajo y las funciones ejecutivas. Habida cuenta del uso tan extendido de ejercicios para entrenar estas áreas, la ausencia de alguna de ellas en un programa podría considerarse una carencia.
En menor medida, los programas incluyen ejercicios para entrenar el razonamiento, la velocidad de procesamiento, o el lenguaje. Finalmente, otras áreas menos representadas abarcan desde la percepción auditiva hasta la orientación visoespacial. La inclusión de ejercicios para entrenar este tipo de áreas dependerá de los objetivos del programa.
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