El Síndrome de Asperger (SA) se define como un trastorno del desarrollo que implica una alteración de tipo neurobiológico que afecta al procesamiento de la información
En 1943 el psiquiatra y pediatra Hans Asperger en su trabajo para ser habilitado como profesor describió un síndrome al que llamó “psicopatía autista”. Años después, en 1981, Lorna Wing, en reconocimiento al trabajo de su predecesor decidió redefinirlo como Síndrome de Asperger. A pesar de todo esto hasta la década de los 90 este trastorno no fue incluido en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM) concretamente en 1994.
Es sus trabajos Asperger definía a sus pacientes como “pequeños profesores” ya que considerada que todos ellos poseían una inteligencia superior. Sus estudios fueron publicados en alemán y al ser contemporáneos a la Segunda Guerra Mundial su difusión no fue muy grande hasta que Wing decidió retomarlos años más tarde.
La figura de Asperger a estado desde entonces muy ligada al Síndrome que lleva su nombre. En 2006 se cumplían 100 años del nacimiento del médico austriaco y fue declarado Año Internacional del Síndrome de Asperger. Además, desde 2007 el día 18 de febrero, fecha de nacimiento de Hans Asperger, se celebra el día internacional de este Síndrome.
A menudo a nivel coloquial se usa el término Síndrome de Asperger, en un porcentaje alto de los casos con un componente peyorativo, pero ¿Realmente sabemos a que nos referimos cuando hablamos de este trastorno? ¿Conocemos sus principales características y lo que supone padecerlo o que algún familiar lo padezca? En este artículo intentaremos dar respuesta a estas cuestiones y a alguna más.
El Síndrome de Asperger (SA) se define como un trastorno del desarrollo que implica una alteración de tipo neurobiológico que afecta al procesamiento de la información. Las personas con SA presentan un aspecto físico y una inteligencia que pueden considerarse normales, de hecho, en algunas ocasiones ese coeficiente intelectual puede ser superior al de la media. Normalmente estas personas presentan un estilo cognitivo particular y de forma frecuente algunas habilidades especiales en áreas concretas.
Este trastorno tiene una incidencia alta que supone la presencia de entre 3 y 5 casos por cada 1000 nacimientos. Se encuentra englobado dentro de los llamados Trastornos del Espectro Autista (TEA), aunque conviene aclarar que sus competencias lingüísticas e intelectuales se mantiene como una categoría diferente al Autismo.
Lo cierto es que en este sentido el debate aún se mantiene. Algunos expertos defienden que el Síndrome de Asperger debería clasificarse como un trastorno por separado, mientras que otros se oponen a esta idea esgrimiendo el argumento de que tanto Asperger como Autismo mantienen las mismas dificultades de base y en lo único en que se diferencian es en el grado en el que estas se manifiestan.
De momento, los puntos comunes que existen entre el Autismo y el Síndrome de Asperger se consideran que son suficientes para que ambos estén incluidos dentro de los Trastornos del Espectro Autista y por ende en la categoría de Trastornos del Neurodesarrollo.
En este trastorno cobran especial importancia las diferencias individuales. Existe una gran variabilidad entre los casos, dando como consecuencia un amplio abanico de manifestaciones que pueden aparecer o no y que también difieren en la intensidad con que se presentan. Normalmente las áreas más afectadas por los déficits que se derivan del SA son las siguientes:
Aunque, como comentábamos anteriormente, existe una variabilidad muy amplia en la manifestación de síntomas en los casos de Síndrome de Asperger podemos establecer como características comunes:
También a menudo pueden presentarse estos rasgos:
El Síndrome de Asperger es un trastorno del neurodesarrollo que se produce por la interacción de factores tanto genéticos como ambientales y que como consecuencia provoca anomalías en el funcionamiento del Sistema Nervioso Central. Aún no se puede determinar cuales son las causas exactas de que una persona desarrolle SA, pero cada vez parece más claro que existen dificultades tanto en el funcionamiento como en el desarrollo de las conexiones neuronales y esto provoca un procesamiento de la información con diferencias cualitativas.
En este trastorno la conformación y maduración cerebral parecen sufrir alteraciones, se producen irregularmente y a veces a destiempo que parecen generar problemas que comienzan en el primer o segundo trimestre del desarrollo intrauterino.
Tras estas evidencias se podría decir que tanto la carga genética como los factores ambientales tienen influencia en la aparición de los Trastornos del Espectro Autista. A estos podemos añadir también el sistema inmunológico, que en algunas formas de autismo parece tener influencia.
Para realizar el diagnóstico del Síndrome de Asperger es necesario la detección previa por parte de la familia, el pediatra o en algunos casos por los profesores. Las señales de alarma se suelen asociar a la detección de determinados comportamientos que denotan alguna alteración en el desarrollo normal del niño.
Para llegar al diagnóstico adecuado el profesional intenta recopilar la mayor cantidad de datos posibles, tanto actuales como pasados del niño. Entre ellos están los hitos alcanzados en desarrollo social, motor y de lenguaje. Posteriormente se llevará a cabo una evaluación más exhaustiva por medio de:
Es posible que el Síndrome de Asperger se pueda confundir con otros trastornos o dificultades como pueden ser:
El Síndrome de Asperger es un trastorno de tipo crónico lo cuál implica que está presente durante toda la vida de la persona que la padece. El tratamiento de esta afección debe ser integral y multidisciplinar y que además en la medida de lo posible implique a todas las personas incluidas dentro de los contextos habituales del paciente.
En este tipo de trastornos la precocidad resulta crucial ya que una intervención temprana mejora le pronóstico de esta. En este caso se recomiendan la intervención de los centros de Atención Temprana.
En casa es recomendable que el ambiente sea estable y que se establezcan rutinas, no hay que olvidar que los cambios y los imprevistos suelen causar malestar a las personas con SA. Además, en la medida de lo posible es necesario fomentar la autonomía de la persona afectada.
Otras recomendaciones que pueden hacerse son:
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