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Ictus

6 Mayo 2020

Un ictus, también llamado accidente cerebrovascular (ACV), infarto cerebral, trombosis o embolia, es una enfermedad cerebrovascular que produce un déficit del flujo sanguíneo en el cerebro.

Las causas de un ictus pueden ser variadas siendo las más comunes la obstrucción o la rotura de un vaso sanguíneo.

El déficit sanguíneo en el cerebro lleva asociado que las células cerebrales no reciban el oxígeno suficiente que necesitan para su funcionamiento óptimo. De este modo dejan de funcionar pudiendo provocar, en última instancia, la muerte.

En este artículo vamos a indagar sobre cuáles son los síntomas más comunes asociados a un ictus, los tipos y causas que existen y, por último, contaremos algunas medidas que podemos tener en cuenta para prevenir un accidente cerebrovascular y algunas consideraciones que podemos tener en cuenta si nos encontramos ante una situación de posible accidente cerebrovascular.

 

Síntomas

Los síntomas de un ictus se pueden confundir con los síntomas de otras patologías de mayor incidencia en la población, es decir, los síntomas son en muchos casos inespecíficos. Además, dependiendo de la localización del ictus y del daño cerebral que cause los síntomas podrán variar de un tipo de ictus a otro.

Teniendo en cuenta el carácter inespecífico de los síntomas, algunos de los más frecuentes son los siguientes:

  • Pérdida de fuerza muscular.
  • Pérdida de sensibilidad.
  • Pérdida de equilibrio y estabilidad.
  • Debilidad en alguna parte del cuerpo, dependiendo de la región cerebral afectada (cara, brazo, pierna).
  • Sensación de vértigo.
  • Mala dicción del habla.
  • Visión borrosa, doble o ceguera.

La consecuencia de un ictus puede ser un daño cerebral que conlleve una discapacidad para el resto de la vida de la persona que lo sufre, manifestado en déficits cognitivos, problemas motores o del habla. Alrededor de un tercio de los pacientes afectados presentan necesidades ocupacionales. Aun así, casi la mitad del total de los afectados pueden valerse por ellos mismos gracias a mantener nuevos hábitos de vida y actividades de reeducación.

 

Tipos

Al igual que en muchos campos de la salud, las clasificaciones de los tipos de enfermedades pueden variar según la guía que se siga. En este artículo, primero, vamos a presentar los tipos de ictus con carácter general más difundidos en los ámbitos informativos de la salud; después presentamos una lista con algunos tipos de ictus según una clasificación etiológica.

  • Ictus isquémico o infarto cerebral. Una arteria que sostiene la circulación sanguínea del cerebro se obstruye. La obstrucción se produce por un coágulo de sangre (trombo). El trombo impide de forma total o parcial la circulación de sangre disminuyendo así el aporte de oxígeno al cerebro. Si se produce de forma global el flujo sanguíneo se reduce por todo el cerebro afectando a los dos hemisferios cerebrales de forma indefinida. En este caso las consecuencias pueden ser síndromes focales, déficits cognitivos, o muerte cerebral.
  • Ictus hemorrágico, hemorragia cerebral o hematoma. En estos casos se produce una ruptura de un vaso sanguíneo que produce una hemorragia dentro del cerebro. La sangre se dirige hacia el espacio que protege a las células nerviosas. Suele ser provocado por la hipertensión alta, aunque otras causas comunes de hemorragias cerebrales son malformaciones vasculares, tumores, o el consumo de algunos fármacos (anticoagulantes). 

A continuación, y sin entrar mucho en detalles médicos, la siguiente clasificación presenta algunos subtipos de ictus, o infartos cerebrales, dependiendo de su etiología:

  • Infarto aterotrombótico.
  • Infarto cardioembólico.
  • Enfermedad oclusiva de una arteria cerebral. Infarto lacunar.
  • Infarto cerebral de origen indeterminado.

 

Causas y factores de riesgo

Además de las causas genéticas y de salud, existen otros factores que pueden causar un mayor riesgo de sufrir un ictus. Entre otros, los factores de riesgo más comunes son:

  • Ser mayor de 55 años.
  • Tabaco.
  • Sedentarismo.
  • Obesidad.
  • Colesterol alto.
  • Hipertensión arterial.
  • Diabetes.
  • Antecedentes familiares.
  • Haber sufrido un ictus previo.
     

Además de los factores de riesgo arriba nombrados, en nuestros días cobran una mayor importancia otros factores vitales asociados al contexto social en el que vivimos. Sobre todo, estos factores de riesgo se asocian con la aparición de ictus en adultos menores de 55 años.

En los adultos menores de 55 años de manera recurrente un ictus puede estar provocado por una enfermedad genética, una malformación de los vasos sanguíneos que se dirigen o están en el cerebro, o por hipercoagulación. Además, otros factores empiezan a ser relevantes en la aparición de ictus, como el estrés psicosocial, problemas económicos, conflictos familiares, o problemas laborales.

 

Detección y prevención

Identificar un ictus a tiempo es crucial para la evolución de la persona que lo sufre y el desarrollo de la enfermedad. Los expertos aseguran que las personas que se identifican de forma prematura son capaces de lograr una recuperación total o con pocas consecuencias.

Desde del Sistema Nacional de Salud de España hace algunos años se comenzaron a desarrollar programas para mejorar la prevención del ictus. En un primer momento parece esencial detectar los factores de riesgo que aumentan la probabilidad de aparición. Una vez se conocen estos factores, es aconsejable modificar algunos contextos en la persona, entre otros los siguientes:

  • Hábitos de vida, en general.
  • Dieta.
  • Practicar actividad física de forma regular.
  • Abandono del tabaco, el alcohol u otras drogas.
  • Adherencia a los tratamientos en aquellos pacientes que ya han sufrido un ictus.

A lo largo de nuestra vida es probable que nos encontremos frente a una persona que está sufriendo un ictus. En estos casos es de vital importancia reaccionar de forma rápida y buscar atención médica. Dentro de las conductas que podemos realizar para indagar en la posibilidad de ictus existen una serie de preguntas que podemos realizar nosotros mismo con la persona afectada.

Para anticiparse y detectar cuando una persona sufre un ictus se creó la Escala Cincinnati que valora tres signos que hacen sospechar sobre el ictus. Se trata de un método fiable en el que tan solo siendo positivo un signo de los tres que se exploran existe más de un 66% de posibilidades de estar sufriendo un ictus.

A continuación, presentamos los signos que explora la Escala Cincinnati y la forma de comprobar cada uno de ellos.

  1. Signo: Asimetría facial
    Comprobación: pedir a la otra persona que sonría. Si solo es capaz de elevar el labio por un lado se toma como signo positivo.
  2. Signo: Elevación del brazo
    Comprobación: se pide a la persona que levante los brazos. Si solo levanta uno de los brazos o si deja uno más elevado que otro con una diferencia significativa se toma el signo como positivo.
  3. Signo: Alteración del habla
    Comprobación: se trata de mantener una breve conversación con la persona. Si no es capaz de hablar o lo hace de forma ininteligible o con palabras equivocadas el signo es positivo.

Si después de realizar las tres comprobaciones se considera que se puede estar produciendo un ictus, o si se considera que se puede dar un ictus de manera inmediata, se debe buscar asistencia médica lo más rápido que se puede para minimizar el daño cerebral que puede producir.  

 

Ictus en niños

Como dato curioso, la Federación Española de Ictus nos informa que no solo las personas mayores de 55 años son los afectados por esta enfermedad, sino que incluso los niños pequeños pueden sufrir un ictus. En estos casos la evolución y causas son diferentes a la de los adultos.

Concretamente, se informa que sufrir un ictus en niños o niñas menores de 15 años es una de las diez principales causas de mortalidad infantil. En el caso de los bebés antes de nacer, o en los primeros días de vida, se considera de tipo ictus perinatal; en los niños entre 2 y 3 años se denomina ictus del niño; por último, en los jóvenes preadolescentes entre los 12 y 13 años se denomina ictus del preadolescente.

Las causas por las que aparece un ictus en la etapa infantil difiere de las de la etapa adulta. En este caso puede aparecer un defecto biológico de nacimiento, que el niño padezca alguna infección (encefalitis o meningitis, por ejemplo), o sufrir algún trauma o trastorno de la sangre.

De mismo modo que los síntomas en adultos son pérdida de fuerza muscular o pérdida de la habilidad del habla, en los niños también se presentan problemas motores, convulsiones, dificultad al hablar, o incluso parálisis. Debida a la falta de desarrollo, en muchos casos los síntomas se confunden con otras enfermedades más frecuentes.

Al tratarse de etapas tempranas del desarrollo es crucial un diagnóstico precoz y una rápida introducción a los programas de reeducación basados en fisioterapia, logopedia, y terapia ocupacional en los niños y niñas más mayores.

 

Enfermedades relacionadas

Ya sabemos que los ictus son enfermedades cerebrovasculares que producen un déficit de flujo sanguíneo del cerebro y con ello un déficit del oxígeno que llega a las células cerebrales. Además de estas enfermedades existen otras relacionadas y que no se deben confundir puesto que su evolución y consecuencias son diferentes. Estas otras enfermedades son el ictus leve y los microinfartos cerebrales.

 

Ictus leve

Igual que los anteriores nombrados en este artículo, un ictus leve es una enfermedad cerebrovascular producida por la obstrucción o rotura de un vaso sanguíneo del cerebro, aunque en este caso es de menor duración y los daños son menores.

El flujo sanguíneo se interrumpe de forma temporal, durante un breve periodo de tiempo. Los síntomas de la falta de oxígeno por un ictus leve pueden durar entre una y dos horas.

Los síntomas, las causas y los métodos de prevención son similares a los del ictus. La diferencia con los anteriores está en sus consecuencias. Pese al carácter transitorio y la menor gravedad puede conllevar problemas de movilidad y de visión. De importancia aquí es que un ictus leve es una señal de alerta a tener en cuenta. La probabilidad de sufrir un ictus en los días o semanas siguientes aumenta tras sufrir un ictus leve.

 

Microinfarto

Los microinfartos son ictus, es decir, enfermedades cerebrovasculares, aunque en este caso la enfermedad afecta a las arterias pequeñas del cerebro. No producen alteraciones de forma inmediata, sino que se producen de forma lenta y progresiva.

Un solo microinfarto no produce una consecuencia significativa en una persona, la acumulación de ellos sí; lo importante en este punto es tener en cuenta la cantidad y la frecuencia de los microinfartos.

 

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