Saber dónde estamos, qué posición tenemos respecto a nosotros mismos o respecto a otras personas, o saber dónde se encuentra un objeto en relación a un punto determinado...
... Son conocimientos y habilidades que adquirimos desde muy pequeños durante el desarrollo de las capacidades de orientación espacial.
La primera definición que encontramos de orientación en el Diccionario de la Lengua Española es “acción y efecto de orientar u orientarse”. A su vez, orientar se define como “fijar la posición o dirección de algo respecto de un lugar, especialmente un punto cardinal”.
Las definiciones nombradas reducen el significado de la habilidad de orientación a la localización respecto a un lugar. Es cierto que saber localizar un punto en un mapa, y saber ubicarnos en él, es esencial aunque también podemos añadir a la definición la capacidad de conocer la propia posición del cuerpo en el espacio o respecto a uno mismo.
La orientación espacial es una habilidad natural en los seres vivos que permite conocer y determinar la posición del propio cuerpo en relación al espacio. Esto nos permite movernos con libertad por el mundo y realizar actividades como escribir o movernos por una ciudad.
La orientación espacial es esencial para la exploración y descubrimiento del mundo que rodea a una persona. Los niños aprenden quiénes son a través de esta exploración y los adultos aprenden y se involucran en el contexto en el que viven.
La importancia de adquirir esta habilidad la podemos observar en el ámbito escolar donde se define el aprendizaje de la orientación y la representación espacial como una capacidad que permite describirse a uno mismo en relación a un objeto situado en el espacio, siendo capaz de realizar desplazamientos en los diferentes ejes, izquierda-derecha, delante-detrás, o arriba-abajo.
En el siglo pasado, el investigador sobre el factor físico del espacio McGee (1979) definió la orientación espacial como “la comprensión de la disposición de elementos con un patrón de estímulo visual, la aptitud de no confundirse cuando se cambia la orientación de una configuración espacial, y la habilidad de determinar la orientación espacial con respecto al propio cuerpo” (Gonzato y Godino, 2010).
McGee también propuso una serie de habilidades que estaban directamente relacionadas con la orientación espacial. Estas eran:
Algunos años después de los estudios realizados por McGee, otros investigadores propusieron otra definición y características más adecuadas a lo que se entiende por orientación espacial.
Por ejemplo, se ha propuesto que lo esencial de la habilidad de orientación espacial era la formación de imágenes visuales y la transformación de estas imágenes para comprender el espacio. En este caso, los procesos que estarían implicados en las tareas espaciales son la representación visual, la manipulación de objetos, el conocimiento y movimiento del cuerpo, entro otros.
Desde los primeros años de vida y, sobre todo, durante la escolarización, se promueve el desarrollo de habilidades espaciales. Las actividades espaciales implican el desarrollo cognitivo activo de todos los niños.
Aunque no es fácil incluir estos ejercicios y tareas en el día a día, o en el aula escolar, algunas tareas para el desarrollo de la orientación son las siguientes (siguiendo a Gonzato y cols., 2011).
Para realizar estas tareas es necesario conocer y comprender el esquema corporal y los diferentes polos de este (izquierda-derecha, arriba-abajo, delante-detrás). También es necesario el manejo correcto del lenguaje para verbalizar la posición del propio cuerpo o el de otra persona.
En los ejercicios de esta categoría se entiende que uno mismo, otra persona, o los objetos con los que se trabaja permanecen inmóviles.
En estas tareas es necesario poseer capacidades y conocimientos sobre el aspecto físico de los objetos. Por ejemplo, para realizar un cubo tridimensional es necesario conocer el paralelismo de las aristas que forman las caras, además de conocer las nociones de dimensiones, forma y tamaño.
Para la realización de estas tareas es necesario que un niño comprenda que se encuentra en un espacio físico, uno mismo, otra persona, o un objeto.
Al igual que en las tareas de orientación estática, es necesario que un niño posea capacidades de lenguaje para poder explorar una ubicación o puntos de referencia, además de poseer capacidades de dibujo básicas para poder dibujar mapas o crear recorridos sobre un mapa o plano. En niños mayores se incluye el aprendizaje y conocimiento del sistema de coordenadas.
Para realizar estas tareas correctamente es necesario la organización de la información sobre un espacio que se ha recorrido y, así, poder crear representaciones tridimensionales.
Este tipo de ejercicios combinan el conocimiento del esquema corporal, la orientación de una persona (a la derecha, a la izquierda,…), y de orientación en un mapa o maqueta (calles, objetos,…).
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